Q1-004 - El misterio de la jauria de lobos - cerrado

Preparado para responder al proximo golpe de los invasores, oteando con la vista la vasta cosecha de maizales. Pero algo había logrado evadir su amplio campo de radar, algo que solo la bondadosa luz de la luna les reveló: Una sombra cruzó sobre ellos, amenazando con sus actos hostiles y la vida de los licantropos que el Kelpie había dejado de sentir.

¿Que estaba pasando en ese lugar?

La figura que se presentó frente a ellos irradiaba una sensación de temor. Beltaine observó como Wolfeimer se escondió detrás de Aagron y como el Dragón contenía con furia su aliento flamigero. El único de ellos que parecía no poder leer la terrorifica atmosfera era Jeriko.

-Si que tienes agallas para mostrarte frente a 4 arcanos -El Kelpie avanzó con cautela, encarando al invasor encapuchado de grandes alas- Están muy lejos de las tierras heladas del norte -El miedo a lo desconocido no se comparaba a su fascinación por el ser que provenía de aquellas tierras que no había podido explorar aún- ¿Como es que conoces a nuestro amigo Wolfeimer eh? -Estaban ahora tan cerca que solo un espadazo los separaría. Lo miraba de igual a igual, altura con altura y en una postura firme de puños apretados- RESPONDE, GALAGUST!!

Su radar extrasensorial les otorgó claridad entre tanto misterio.

Suficiente negociación.

La palabra "Veneno" resonó en su cabeza. ¿Había envenenado al muchacho?. Eso de expresar de que la sangre hervía en sus venas era poco. Sentía todo su cuerpo arder en ira pura, sus puños temblaban por culpa de toda la tensión que tenía aplicada en ellos; quizá se había perforado las palmas de las manos. Mostró los dientes, gruñó, y hubiera rugido desde el fondo de su garganta de no ser porque sencillamente sentía que palabra que soltara, iría acompañada de una buena cantidad de fuego. Su forma sellada no era lo suficientemente resistente para tolerar semejante desgaste aunque pudiera realizarlo sin esfuerzo.

Sin embargo, en lo que vio a Beltaine, su razón estuvo por perder esa batalla interna. Tenía ganas de quemar vivo al condenado de Luigi; al menos sus manos ¿Qué le habían hecho a él? Absolutamente nada. No había motivos para que quisiera matarlos, ninguno. Ese sujeto era un peligro para todos en los plantíos, a saber si también para toda Mirovia... No podía permitir que se le escapara, no teniéndolo justo bajo sus narices, pero tampoco podía permitir que alguien pereciera bajo sus narices. No había reaccionado a los polvos, pero había algo que podía hacer. No sabía si Beltaine, su colosal compañero de la corte reaccionaría con un golpe o no. Se adelantó con velocidad localizándose al final un tanto más atrás, solo para tener la posibilidad de frenarlo de ser necesario.

Esperaba Luigi fuera idiota y hubiera traído el antídoto con él, así podría golpearlo. Pero aún habían otros modos de resolver el asunto sin mostrar actos bélicos.

De todos los posibles invasores que hubieran asolado los plantíos con su macabra presencia, plagas y maldiciones, nunca hubiera esperado que fuera el granjero Luigi quien se revelaría como traidor cntra los suyos. Beltaine estaba sorprendido y más que eso, estaba anonadado de la habilidad o truco que hubiera usado Luigi para esconderse del hasta ahora infalible radar que eran las aletas del Kelpie, las cuales por hasta 40 metros podían detectar la presencia de cualquier ser viviente así como su raza arcana. De haber sabido con ello que Luigi era un Galagust, lo hubiera detectado y hubiera alertado a los otros desde hacía mucho, pero el que su habilidad racial pasara por alto una cualidad como esa, solo lo ponía más alerta a cualquier movimiento que Luigi el granjero (Si así era como en verdad se llamaba) pudiera hacer.

En un parpadeo, Agron cubrió la salida de Luigi por atrás y Jeriko quien parecía no haber sido afectado por el veneno, había lanzado dagas venenosas contra el granjero.

Pero lo dicho por Luigi carecía de sentido para Beltaine, pues nadie en su sano juicio podría hacer lo que el Galagust hizo solo por enojo, y ese nefasto aroma que impulsó a Beltaine a lavarlo en primer lugar, era un trabajo que en lo posible no se realizaría en un granja, pues incluso los aromas mezclados de los animales podían ser tolerados por una nariz, pero no la peste que había acompañado a Luigi.

Por si el veneno de Jeriko y la ruta bloqueada por Agron no fuesen suficientes, Beltaine extendiós los brazos, con las palmas abiertas hacia la luna y rápidamente las fue doblando como ganchos hacia arriba mientras doblaba los codos, logrando así que una cortina de agua se elevara y cerrara por encima de ellos como un domo.

-Dispara cuando quieras Aagron -Declaró el Kelpie con seguridad en su tono- Esa amenaza que nos acabas de hacer nos confirma también que tienes un antídoto contigo, bien, te obligaremos a dárnoslo.

Aún con todos los trucos sucios de Luigi, y en caso de que Jeriko no pudiese pelear, todavía eran 3 arcanos de la corte del verano contra él.

Aagron apenas había notado el momento en el que Wolfeimer había pasado de esconderse tras él a correr al susodicho libro. Su mandíbula se apretó en exceso cuando le vio caer directamente en el pantano, aún tenía los puños sumamente rígidos y el horno en su pecho ya estaba encendido, preparado para liberarse en un poderoso torrente. Que Beltaine hubiera tomado precauciones y hubiera alzado el agua, había sido quizá el mayor de los alivios para él. "Dispara cuando quieras" Menuda alegría le provocaron esas palabras.

Si, por más que muchas veces quisiera responder de forma pacífica, como un guerrero en toda regla el poner a la gente en su lugar mediante un combate era sumamente satisfactorio para él en más de un sentido. Creía incluso, que el mejor modo de conocer a alguien era peleando seriamente contra esa persona; una batalla real. El cuerpo no puede mentir, eso era para él una verdad universal y de esa verdad universal surgía la creencia de que cada golpe bien encajado llevaba una carga emocional tremenda -otra razón por la que aquellos que conjuraban de lejos, le parecían cobardes con tantas barreras defensivas, pues él ni con arco y flecha utilizaba algún medio de defensa más allá de su propia y dura piel-.

Se arrojó entonces contra el Galagust. De su garganta el fuego se manifestó hacia el exterior acompañado por el estruendoso rugido, una buena bocanada que por la reciente humedad en el ambiente, no tardó en dispersarse y extinguirse. Aagron sujetó al tal Luigi directo de la cabeza y en un fugaz movimiento lo estampó contra el suelo, sus rodillas encajadas en los omoplatos y su mano izquierda aún presionando la nuca de su adversario contra la tierra; una de las alas estaba inutilizable, si, pero eso no quería decir que el galagust no pudiera intentar moverse o atacar por sorpresa a alguien más. Poca atención le prestó a sus palabras, de poco servirían. Su mano libre lo estaba registrando, o por lo menos hasta que notó cómo Wolfeimer se arrojaba sobre el pantano, ese fue el único momento en el que alzó la cabeza

"Genial —le dijo su cabeza— mira lo que pasa cuando te distraes, estúpido"

El dragón se podría haber golpeado la cara por su propia estupidez, pero no era el momento. Ya estaba manos a la obra con lo que se refería a buscar el antídoto para el veneno; debía terminar lo que había empezado.

Las cosas que rumeaba el granjero solo eran un consuelo ante la miserable situación en la que se encontraba y aunque ninguno de los presentes caería en la farza que el Galagust estaba armando, el cual iba más allá de lo que había dicho, estaba más que claro que su objetivo era Wolfeimer, razón por la cual lo había alejado del resto hasta hacerlo caer en una de las pantanosas trampas de Beltaine. Era grato ver que la estrategia del enemigo no podía superar a la suya, pues con la protección del domo de agua que el Kelpie había levantado, Aagron pudo someter a su voluntad al traicionero Galagust.

-Bien, esto salió mejor de lo que imaginaba -Sus aletas no detectaban rastros de alguna emboscada a 40 metros a la redonda, pero la situación se saldría fuera de control cuando contempló la sádica faceta recelosa de Jeriko, ejerciendo una tortura implícita en las extremidades de Luigi- ...Sigue siendo un buen final -Repuso barriendo hacia arriba el aire con su brazo, extrayendo a Wolfeimer del pantano que había creado y usando esa misma agua pantanosa para atar a Jeriko de los brazos- Lo siento, pero lo necesitamos vivo para interrogarlo, Aagron, no creo que pueda seguir luchando con esas heridas. -Dijo eso último para que el Dragón dejara de someter al traidor. Jeriko había hecho suficiente. 

La misión parecía estar por completarse, pero aún necesitaban saber con que motivos Luigi había profanado los plantíos y comenzado aquella invasión. ¿Habría sido solo por Wolfeimer?. El Kelpie avanzó hasta el enlodado licantropo y lo limpió con un suave torrente antes de dejarlo seco- ¿Estas bien? -Algo de aquel libro le llamaba la atención, de saber si era un grimorio o un tomo antiguo, pero tendrían tiempo de determinar eso más adelante, pues ahora Beltaine solo quería llevar al criminal ante las autoridades y después recoger las reces que le había prometido. 

Eso era mucha sangre...

Aagron mostró los dientes, claramente estaba enojado. Ese sucio Galagust además de haber estado aterrando a su propia gente, estaba utilizándolos ¿Quería ponerlos a prueba? Aagron, de ser la suya la sangre que se necesitaba, hubiera cortado sus venas de la muñeca izquierda al instante, pero no era el caso. Su mirada se estaba llenando con desesperación poco a poco, más cuando volvió la vista al joven Wolfeimer. Tragó grueso, casi como suplicándole que se apresurara a tomar una decisión. Su garganta se estaba cerrando también ¿Podría ser que se estaba sintiendo responsable?

En efecto, el orgullo de un guerrero como él era bastante maleable. Era alguien dispuesto a poner su vida en lugar de los demás, el no estar manteniendo esa promesa que había hecho hace tanto tiempo lo estaba poniendo de los nervios

—¿Wolfeimer?

Y más allá de eso no dijo nada más, no se sentía en posición de decir algo como "hiérete para salvar a alguien más" No, no se sentía en esa posición. Que el fuera capaz de hacer algo así, no aseguraba que nadie más fuera a hacerlo; tampoco lo iba a obligar.