E3- "Nuevos rostros, Nueva compañía" [FINALIZADO]

Eso era ser entusiasta, ver un rostro tan alegre ya le había resuelto el resto de la noche, por no decir que la semana entera también. Fue una reacción bastante efusiva y se notaría a leguas sin duda alguna, Aunque estaba en parte agradecido de estar en primera fila para apreciar bien cada detalle

—¿Controlar el fuego..? No, no en realidad; escupo fuego, si, pero te hablo de danzas con antorchas —Su sonrisa fue un poco más amplia esta vez, ante el siguiente comentario sintió su pecho inflarse de orgullo, era genial saber que no se había oxidado tanto por el tiempo como pensaba, podría alardear de ello tranquilamente pero no pensaba que fuera una gran idea.

Alzó la cabeza y su sonrisa habló por si sola en un gesto tan presumido como gracioso viniendo de él; ser un charlatán le venía peor que mal y cada uno de sus intentos por presumir terminaban por parecer algún tipo de chiste, a no ser que de alguna prueba de fuerza se tratase, en esos casos era distinto.

Y el baile se sentía cada vez más natural para él; le agradaba la sensación de ir con la música, aunque no fueran las danzas de guerra con antorchas. La vuelta fue suelta, llegó un punto en que al sentirse con confianza de nuevo, decidió tomar la guía, ¡Menudos recuerdos que le traían a la cabeza! ¡Empezaba a echar de menos bailar con las doncellas del pueblo en el que creció! Ah... ¡si tan solo no hubiera existido ninguna guerra...!

—Exactamente, ¡un dragón en toda regla! —Afirmó con orgullo— Y descuida, cuesta diferenciar una raza de otra cuando están en su forma sellada, ¡cualquiera se despista!

Otra vuelta más. Los músicos en la plaza al poco fueron culminaron la pieza y los aplausos se escucharon por toda la calle principal, basta los arcanos en los pequeños negocios se asomaba fuera para aplaudir también. Aagron suspiró, le hubiera encantado que la melodía durara más tiempo, pero sin embargo eso no quitaba que la había pasado fenomenal bailando, quizá debería asistir con más frecuencia a esos eventos, ir de tanto en tanto así fuera disfrutar la música nada más. No sería algo de lo que se arrepintiera.

—¿Quieres bailar la siguiente pieza o ir a por el recuerdillo? —le preguntó, y debía admitir que también empezaba a picarle la cabeza; su cuerpo empezaba a reclamarle permanecer sellado demasiado tiempo.

—Buena idea, si ves algo que te llame la atención, tu dime y si gustas puedo pagarlo, tengo un par de mirlos en el bolsillo de la última venta de carne que le hice a los carniceros —le respondió

Y resuelto como estaba, volvió a andar

—Por cierto, si tienes alguna duda también podría ayudar, no soy un experto en muchas cosas, pero si he procurado saber de todo un poco, ¡Hasta de medicina!

Y mentira no era que sabía algo de medicina... Bueno, no tanto, un par de cosas con las yerbas para evitar infecciones y tratar enfermedades simples, nada complicado, por lo menos no en exceso.

—Las pieles suelo venderlas por aquí, algunos otros artículos se los cambio a las hadas a cambio de polvo que me ayude con el insomnio ocasional —contestó— Ah... ¿Eres sastre? Podría conseguirte un par de cosas sin ningún problema, no es nada del otro mundo para mi. Y respecto a los bosques, conozco Shangri Lax y El Bosque de las Hadas de cabo a rabo. No puedo decir mucho del Bosque de los Susurros, dicen que por ahí merodea Black Stag y encontrarlo no daría gusto por lo que sé.

No era que tuviera algo en contra del supuesto "emisario de la muerte" Hasta donde había escuchado, ´le ya estaba en moriría cuando los soberanos arribaron desde tierras distantes, y pensaba que quizá el aislamiento le hubiera vuelto loco, había escuchado de hombres que perdían la cordura luego de mucho sin ningún tipo de contacto con el mundo exterior, pero siendo el caso presente bastante distinto, prefería no meterse mucho con el asunto,

—Con mucho gusto hablamos de negocios luego —Sonrió— Después de todo: es un ganar-ganar

Y él asintió ante el comentario de la diversión, sí, eso y por los listones, había olvidado totalmente que llevaba uno atado a la altura del bícep en su brazo izquierdo

—Bueno, no todos en general —le corrigió— Amarillo y rojo son los colores del festival; Amarillo para aquellos que deseen encontrar pareja y quizá al amor de su vida, rojos para aquellos que ya lo hayan encontrado y generalmente se los ofrecen el uno al otro como una especie de propuesta. No sé mucho de esa parte ¡Jamás he llegado tan lejos!

"Tan lejos" por no decir que la última persona que había considerado su pareja, ya habría muerto harían muchos muchos años, para su desgracia, y era hasta ahora que él se atrevía a volver al festival a probar suerte, a terminar de cerrar la herida. Algo egoísta quizá, pero teniendo en cuenta todo el tiempo que había pasado, sus compañeros de la corte del verano insistían en que era raro que un hombre "Tan bueno y dedicado" cómo lo era él no sentara cabeza.

Rojo. Su rostro terminó por ponerse casi tan rojo como su cabello y eso era poco decir. Sintiendo su cara arder primero sacudió la cabeza de un lado a otro en negación y luego se cubrió con ambos brazos, de controlar su forma fated quizá hubiera incluso utilizado la cola para que se le viera lo menos posible. El comentario lo había agarrado con la guardia baja, y con lo sensible y penoso que era ante el tema...

—¡No tanto así! A ver, me gustaría, si, como a cualquiera ¡Pero llegará cuando tenga que llegar! Si es que no me lo he pasado por alto o... Dioses, ya estoy hablando rápido de nuevo...

Sus palabras habían sido pronunciadas a toda velocidad, era un reflejo suyo de cuando estaba nervioso y cabía decir lo obvio que era. Aagron no era alguien difícil de leer, de eso no quedaba ninguna duda...

—estoy bien... disfrutar un poco de la música ya ha sido bastante bueno...

Aún no se descubría el rostro, y tampoco lo haría hasta que no sintiera su rostro caliente a más no poder. Aunque por lo menos ya se dignaba a volver a mostrar los ojos. Tomó aire profundamente, estaba siendo algo grosero hablándole de esa manera. Tragó grueso y finalmente se dignó a regresar a su postura habitual, aunque luego alzó las manos a rascarse la cabeza con algo de brusquedad.

—aún puedo darte un recorrido por el resto de la ciudadela si te apetece, realmente no tengo problema —propuso