Sol para dos (Corina-Bin Pan-Kou)

Los aplausos no cesaban, lo estaba haciendo de nuevo, sabia que On y Me estarían orgullosas de el, la lagartija pago por sus acciones, podía descansar ya en paz. Y Kouhei estaba triste, no podía estarlo, el zorro debería sentirse alegre, ya estaba muerta. Pero el se sentía mas feliz que este. Busco la mirada de el jovencito, no debía estar así, a Bin no le gustaba ver a la gente triste, eso lo ponía de malas. Las lagartijas eran malas.

Se puso de pie y fue a buscar algo que seguro lo animaría, mirándolo una vez mas con una sonrisa que no encajaba con la cara angelical de la Corina original, había enterrado unos restos cerca de ahí, (Me le había dicho que tenia que hacerlo), enterró las uñas sobre la húmeda tierra que estaba entre arboles y que se había encargado de ocultar bien hasta ahora, quitando la tierra como si de un perro se tratara hasta que llego a un pedazo de carne descompuesta, había varios gusanos en el y podía verse el hueso, ( lo había enterrado para comérselo después) Sonrió contento, tomándolo con ambas manos escondiéndolo detrás suyo, corriendo con aquella rara sonrisa sobre su rostro.

Kou seguía ahí llorando, solo.

Se puso delante suyo mirándolo desde arriba, dejando caer el trozo frente al kitsune, soltó una carcajada triunfante, podía compartirlo con el, el no era como la lagartija esa.

-A-aaahhh!!!- apretó los ojos y siguió subiendo cómo podía, un movimiento en falso y caería al suelo otra vez. -¡A-ayudaaaaa!- algunas lágrimas recorrían su carita, estaba realmente asustada pero las ganas de salir la mantenían con fuerza suficiente para seguir escalando.

Entre lloriqueos logró conseguir llegar a la mitad de la pared, no sabía cómo era capaz de hacerlo pero lo estaba haciendo, sus manos y pies estaban resbalandose entre más avanzaba.

Sentía las flores caer sobre su cabeza, incluso algunas se quedaron pegadas a su cabello, pero unas lindas plantitas no eran suficientes para hacerlo feliz. El pobre zorro se sentía muy mal, hasta comenzó a creer que tenía la culpa por la muerte de la iguana.

Su llanto fue apagado de golpe, convirtiéndose en sorpresa cuando fue pateado repentinamente. Rápidamente apoyó las manos del suelo, quedando con el rostro muy cerca de aquel pedazo asqueroso de carne. Apestaba y tenía gusanos, pero Kou no se imaginaba lo que era. -C-corina, qué es eso?!- preguntó con miedo a la vez que se alejaba su cara del trozo, sentándose derecho y volteando a ver a "la sirena" ¿qué hacía su amiga teniendo algo así?

No...estaban molestas con el, no tenia que estar pasando esto, seria castigado, no quería que fuera así, ¡No!.

¿Porque Kouhei no lo aceptaba?, era especial para el, si había algo que no le gustaba a Bin eran los malagradecidos.

Frunció el ceño molesto, mirándolo de pie, tenia que enseñarle que era de mala educación ignorar los regalos de otros, soltando un gruñido, tomo asiento en el piso con el, arrancando un trozo de carne y pasándoselo completo por la boca, se sentía bien. La mirada hacia el zorro era totalmente diferente a como antes, era como si aquella sirenita hubiera retenido mucha ira hacia el. Eso tenia que hacer, si no quería ser como la lagartija tenia que aceptar el regalo. Arranco un trozo talvez mas grande de aquel retazo, los gusanos se caían de aquella cosa, resbalaban sobre la mano de Corina que optimista le acercaba el bocado al chico llegando la punto de tenerlo a escasos centímetros de su boca.

Si el kitsune no lo hacia, no tenia que preocuparse, Bin Bin lo ayudaría.

Subió con cada vez más cuidado, a pesar de que sentía ya no resistir más, el aire estaba llegandole, esa era una muy buena señal, lo estaba logrando.

Entre lágrimas y dolor sus pies fueron escalando y sus manos ayudaban a sujetarse lo más fuerte que podía, tenía qué hacerlo, por ella, por Kou.

Fue cuándo subía esperanzada una mano con la mentalidad de agarrar un pedazo de tierra, pero no había sido así. Ya no había tierra de dónde sostenerse, parecía que un rayito de esperanza le había iluminado la cara, sabía que podía hacerlo. (En realidad no).

Sus uñas se aferraban a la tierra, haciendo que sus piernas terminaran de subir mientras ella jalaba su torso hacía arriba. Torpemente lo había logrado, ¡Sí!. Se quedó tirada en el suelo recuperando el aire y dejando que sus extremidades dejaran de doler, a pesar de estar toda mal se sentía ligeramente ligeramente bien. Estaba por quedarse dormida cuándo de pronto despertó bruscamente, ¡Kou!, estaba segura que aquella Corina que estaba con él no le haría nada bueno, poniéndose de pié y mirando a su alrededor. -¡Kooouu!- gritó poniéndose las manos alrededor de su boca, tenía que encontrarlo.

Miró a sus alrededores pero no sabía cómo ni en dónde empezar a buscar, la selva era muy grande y ella muy torpe como para adentrarse.

Kouhei corría como si su vida dependiera de ello, bueno...sí dependía de ello, si se comía ese pedazo de basura, dudo mucho que pudiera salir vivo. No había tiempo para ponerse a pensar sobre cómo Corina podía correr así, su mente sólo le decía "CORREEEEEEEEEEE"



Pero de un momento a otro había quedado de cara sobre la arena, siendo inmovilizado por el peso de Bin sobre su espalda y sintiendo cómo una mano levantaba su rostro del suelo para forzarle a abrir la boca. Kou definitivamente no quería eso, era asqueroso ¿qué rayos tenía Corina hoy? Se tomó una poción vencida?

El kitsune hacía todo lo que podía para no ceder, se lo estaba haciendo más difícil que darle de una medicina a un gato, y para colmo había decidido tomar su forma verdadera. "La sirena" ahora se sentaba sobre el lomo de un zorro de más de 3 metros de altura. Estaba tan desesperado que comenzó a correr en círculos dando pasos fuertes para que la loca se cayera, el incluso se sacudió como un perro para que se bajara de una vez de él.

El zorro no parecía cooperar y eso lo ponía de malas. Era su regalo y así le pagaba...

De un momento a otro ya estaba sobre el lomo de un enorme zorro que se movía desesperadamente, parecía que quería que se bajara de el, pero no lo haría. No sin haber comido antes. Se aferro como pudo sobre su pelaje, apretando sus piernas alrededor de Kou para evitar caer. -¡Hazlo!- gritó Bin, la voz de Corina sonaba rara, una voz entre aguda y ronca a su vez, hubiera parecido que comió algo que le cayó mal, subiendo entre mareos hasta la nuca de este, aferrándose al cuello de Kouhei mientras la mano con la carne iba para el hocico de este. Tenia que asegurarse de que lo comería, mordiendo con fuerza la piel del kitsune, de esa manera abriría esa boca.