Sol para dos (Corina-Bin Pan-Kou)

No termino de darle su merecido a aquella chica, ya que el brazo del otro lo empujó con suficiente fuerza para estamparlo contra la pared, haciendo que se golpeara con brusquedad la cabeza, convirtiéndose de nuevo en el con la poca estabilidad que tenía, escuchó los gritos del zorro que enojado lo cuestionaba, ¿Que era lo que quería? que fueran buenos arcanos y que pagaran por lo que habían hecho. Eso quería él y sus amigas. Aquellas máscaras que traía consigo habían sido quebradas, ahora estaba desprotegido...enojado, muy enojado. On y Me se habían ido, pero regresaran mas enojadas, eso se lo dijeron, sí, hacerlos pagar..si..

Se quedó sentado contra la pared sin hacer nada con la cabeza hacia abajo, con su cabello haciéndole el favor de ocultar su rostro mientras una fina línea de sangre empezaba a escurrir de su frente. Lo mejor era fingir que estaba inconsciente, escondiendo lentamente aquel cuchillo que tenía en su mano debajo de la manga. Sólo quedaba a que uno de los dos se acercara.

El semblante molesto de Kou se había esparcido, puesto que su atención se había ido con ella. Sus manos fueron tomadas por las del zorro dejándose llevar, sonrojandose ligeramente, hasta sentía que todo ese dolor habia desaparecido. Miró por un instante al chiquillo que inconsciente estaba contra la pared, su frente no dejaba de sangrar. Se preocupó unos momentos pero su vista se vio de nuevo opacada por la angelical figura de Kouhei que limpiaba su cara. -K-kou, no es necesario, manchare tu ropa- lo decía mientras se ponía de pié.

Volvió a ver una última vez a Bin, ¿Sería que había muerto? No, esperaba que no. Lo último que se le puede desear a alguien es la muerte,incluso a la más peor persona. Kouhei estaba acercándose a él para verificar si todo iba bien, llevándose una mano a la boca un poquito angustiada. Su vista fue bajando hacia el suelo, ¡La mano de Bin estaba moviéndose con un cuchillo¡, no podía ser. -K-k-kou...- empezó a tartamudear, pero parecía ser que el muchacho no la oía.

Bin se movió de golpe y Kou quedó paralizado por la sorpresa, pero por suerte su amiga le haba ayudado a evitar una buena puñalada, dejándole apenas un leve corte en la tela de su kimono y en su piel.

El hecho de que Bin se golpeara la cabeza les daba ventaja. Tal vez su plan de huir por fin resultaría. Kouhei apagó su fuego y se echó a correr con Corina, ya se había echo un pequeño mapa mental de las piedras que venían cerca, pues había tenido la oportunidad de alumbrar la cueva por unos minutos. -S-sí- le respondió a la sirenita con algo de miedo de sumergirse con esta oscuridad, no quería llegar a perderse bajo el agua.

Se escuchaban leves pasos y golpes contra las piedras, cada vez más lejos, pues Bin se estaba quedando atrás, y eso era bueno. Lamentablemente ese desgraciado pudo lanzar su cuchillo con la fuerza suficiente para encajárselo a Corina en el muslo. Era algo irónico el hecho de que la situación pareciera repetirse como aquella vez de los piratas; la sirenita corría peligro, Kouhei corrió con ella para salvarla y terminó lastimándose la pierna. Ahora Corina era quien ayudaba a su amigo y acabó herida. Parecía que las veces que se juntaban atraían lo peor que pudiera ocurrir en el momento.

El cuchillo había rozado apenas contra las prendas del kitsune. Un pequeño golpe de adrenalina se sumó para alertarlo aún más. Temía que se tratara de Bin regresando a su forma de murciélago, por lo que quizo asegurarse de que no hayan sido sólo cosas suyas -C-corina! Algo pasó junto a mí! lo sentiste tú también? Estás bien?-

Corina gritó, de seguro se trataba de Bin haciéndole daño otra vez, pero eso no la detuvo de seguir corriendo, aunque por los pasos que oía, se notaba que le estaba costando cada vez más continuar. -Corina!- gritó Kouhei, asustado por aquello que no podía ver ¿qué le había pasado?. Quería hacer una pequeña pausa para verla antes de llegar al agua, pero amtes de darse cuenta, había puesto un pie sobre el vacío, cayendo junto a la sirena al agua.

Todo estaba negro, la angustia invadía cada vez más al zorro ¿a qué se debía el grito de hace unos segundos? Estaba bien?. Sus dudas fueron aclaradas cuando su amiga comenzó a brillar, dejando a la vista la sangre que había salido de su herida. El kitsune tomó el rostro de Corina con ambas manos, la miraba con preocupación, sin poder hablarle, sabía que estaba muy mal, pero tampoco podían quedarse ahí mucho tiempo. Lo mejor sería llegar a la salida antes de que alguno de los 2 llegara al límite.

(ooc: Bin ya se fue ¿no? :v)

Apenas llegaron a las aguas con más luz, Kou se apresuró a tomar un buen bocado de aire, jadeando un poco al aguantar por tanto rato la respiración. -S-sí- respondió cansado, sólo tenía unos pocos rasguños y raspones por correr a ciegas por la cueva, la cortada del brazo y la mordida detrás del cuello.

Ambos llegaron a la orilla para recuperar algo de fuerza, sentándose en la arena y sintiéndose más seguros ahora al ya no tener la carga de Bin encima. Pero eso no significaba que las heridas serían ignoradas. La sirena preguntó por el mordisco del kitsune, este se llevó la mano a las marcas de color morado rojizo que tenía en la nuca, casi se había olvidado de eso. -S-sí, estoy bien. Más que preocuparme por la marca, debería pensar en una buena explicación para darle a Rallis al llegar a casa- dijo con una risa nerviosa, tratando de aligerar el ambiente, pero con el temor de que los celos de su pollito se desataran al malinterpretar lo que ocurrió.

-Y tú estás bien? Había sangre bajo el agua y hay unas cuantas gotas en la arena ¿puedo ver?- dijo con preocupación, acercándose a su amiga para examinarla, tomándola con cuidado para recostarla boca abajo en la arena para seguir buscando de dónde estaba sangrando. Y ahí se topó con la puñalada, asustándose al no estar seguro de qué hacer, corriendo hacia el mar para limpiarse la arena de las manos antes de quitarle la sangre que escurría y la arena que tenía pegada alrededor de la herida. -C-corina, esto es grave!- dijo a la vez que intentaba cerrar la herida al apretarle el muslo a la sirenita con ambas manos, buscando con la mirada a alguien que pudiera ayudarlos, pero al parecer no había nadie más aparte de ellos.

Corina insistía en que no pasaba nada, pero tuvo que darse cuenta de todos los raspones y la gran herida que tenía en el muslo. Kou estaba haciendo lo posible para evitar que su miedo a la sangre le afectara en un momento así, y esperaba que su amiga también lo soportara, pero terminó desmayándose. El kitsune supuso que se debía a la pérdida de sangre, pero parecía haber ocurrido por el impacto al ver el estado de su cuerpo.

De inmediato, Kouhei se arrancó un trozo de la manga del kimono con sus dientes, vendándole la herida más peligrosa mientras tanto. Se levantó de la arena y corrió hacia la selva, regresando a los pocos minutos con unos cuantos mangos, que servirían para darle fuerzas al despertar. También había ido en busca de algún tipo de hoja grande y suave para hacer una especie de colchón para que la sirenita no se llenara más de arena, pero no había tenido mucha suerte con eso. Puso las frutas a un lado y se quitó el kimono para extenderlo como una toalla sobre la arena, dirigiéndose a tomar a Corina con mucho cuidado, poniéndola boca arriba sobre su prenda.

En los primeros auxilios, dicen que en caso de desmayo hay que hacer que la sangre fluya hacia el cerebro, y eso se logra al elevar sus las piernas, llevando las rodillas a la altura de la cara. El kitsune seguía las instrucciones de sus pocos conocimientos de medicina, le tomó el pulso para ver si todo estaba bien, procediendo a tomar ambas piernas por detrás de las rodillas con ambas manos, poniendo un poco de su peso para mantenerlas arriba. Era un momento algo incómodo, pues el zorro estaba arrodillado en el suelo entre las piernas de la chica y sin nada que le cubriera el pecho, y lo peor es que debía pasar un buen rato de ese modo. Le daba cosa que terminara asustando a su amiga cuando despertara.

El sonrojo de Corina se le contagió a Kouhei, haciendo que este se retirara rápido, pero bajando las piernas de su amiga con cuidado. Eso era justo lo que no quería que pasara, qué pena. -L-lo siento! Y-yo no e-estaba haciendo lo que tú crees! S-sólo te sujetaba las piernas para que la s-sangre bajara a tu cabeza. N-no sería capaz de hacerte algo a-así- decía mientras agitaba las manos frente a él como loco, y aquel grito de la sirena sólo lo alteró aún más. -Cierto que estás herida!!- por ese momento incómodo estaba a punto de olvidar lo más importante. El zorro se estiró hacia un lado para alcanzar uno de los mangos que recolectó, dándoselo a la chica. -Esto es para que recuperes nutrientes de la sangre, pues perdiste un montón- dijo algo un poco más calmado, tomando con pena una de las piernas de Corina nuevamente para dejar la herida a la vista, arrancar otro trozo de su kimono y cambiarle el vendaje empapado de sangre.